Ecografía de las lesiones del jugador de Balonmano (full)

Dr. J. FERNANDO JIMÉNEZ DÍAZ 1

1 Doctor en Medicina y Cirugía
Profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla la Mancha.
Laboratorio de Rendimiento y Readaptación Deportiva
Año publicación: 2010

Introducción

La patología derivada de la práctica deportiva puede provocar lesiones de partes blandas en el cartílago, músculo, tendón y ligamento así como lesiones óseas (1). En todos los casos se relacionan unas veces con métodos de entrenamiento inadecuados, otras con anomalías estructurales que provocan sobrecarga y en otras ocasiones con la fragilidad de los músculos, tendones (2) y tejidos ligamentosos. El desgaste crónico es la causa de la mayoría de estas lesiones, que resultan de movimientos repetitivos que afectan a tejidos susceptibles.

El balonmano es un deporte de equipo de los llamados de lanzamiento en el que se utiliza fundamentalmente el brazo (3), por lo que puede parecer que la mayor parte de las lesiones afectan a la extremidad superior. Sin embargo, los requerimientos del juego con cambios de dirección continuos, saltos y fintas, así como el contacto físico directo entre jugadores, hacen que las lesiones de la extremidad inferior sean más frecuentes y posiblemente más graves, teniendo especial relevancia las lesiones de rodilla.

Las lesiones derivadas de traumatismos extrínsecos, son muy frecuentes dado que el balonmano es un deporte de contacto físico en el que los jugadores no llevan ningún tipo de protección. Generalmente suelen tener una buena evolución y pronóstico permitiendo mantener la actividad deportiva y los entrenamientos.

Varios autores han analizado la incidencia de lesiones en el balonmano, pero los resultados son difíciles de comparar, por la heterogeneidad en el diseño de los estudios, la definición de lesión, los periodos de observación y los niveles de juego (4).  En un estudio sobre lesiones realizado en 8 deportes durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, se observó que la incidencia era más alta en el balonmano y en el fútbol (5). Además, Nielsen publicó que la incidencia de las lesiones sufridas por los jugadores de balonmano en las extremidades superiores alcanzaba el 41%, mientras que en otras series como la obtenida en los deportistas españoles tratados en la Mutualidad General Deportiva la incidencia estaba en un 27,7% (3).

Las características del propio juego, con solicitaciones repetitivas de ciertas estructuras, unido a que los jugadores cada vez son de peso y talla más elevados, hacen que aparezcan ciertas lesiones crónicas cada vez más frecuentes. Las partes más solicitadas son los hombros, codos y muñecas en la extremidad superior, y las rodillas y tobillos en la inferior, que sufren los excesos de solicitación, siendo frecuentes las tendinosis y las patologías de inserción en estas estructuras.

Durante los últimos años se ha producido un notable desarrollo de la ecografía en el estudio de las lesiones del aparato locomotor, especialmente a nivel de los tejidos blandos, lugar donde habitualmente asientan aquellas patologías por sobrecarga. Por ello, en este trabajo se va a realizar el examen ecográfico de las principales lesiones del jugador de balonmano que afectan al miembro superior. Sin embargo, se va a dejar a un lado la ecografía de las lesiones musculares del miembro superior que van a ser tratadas en otro capítulo.

VALORACIÓN ECOGRÁFICA DE LAS LESIONES DE HOMBRO EN EL JUGADOR DE BALONMANO

El hombro es la más móvil de las articulaciones, con una estabilidad ósea relativamente escasa, salvo la ofrecida por las estructuras capsulares y músculo tendinosas, lo que justifica que la mayoría de las lesiones del hombro afectan a estos tejidos blandos. La articulación escápulo humeral es una enartrosis formada por la cavidad glenoidea del omóplato que se amplia con el fibrocartílago glenoideo y la parte esférica que está integrada por la cabeza del húmero. Los ejes de esta articulación incluyen los movimientos de abducción-aducción (180º de abducción y 0º de aducción), flexión y extensión (180º de flexión y 45º de extensión) y rotación interna de 70º y externa de 90º. La estabilidad articular la mantienen los músculos que componen el manguito rotador, supraespinoso, infraespinoso, subescapular y redondo menor.

En el jugador de balonmano, el hombro es posiblemente la zona de más solicitación en la mayor parte de las acciones del juego. Por ello es muy frecuente la aparición de lesiones crónicas o por sobrecarga de las estructuras tendinosas y musculares que componen el complejo articular del hombro.

Por otra parte la tendencia del manguito rotador es hacia la degeneración o hacia la rotura en relación al envejecimiento (6,7), aunque la mayoría de los casos, estas roturas degenerativas se muestran asintomáticas. En general este proceso comienza como una tendinosis o rotura parcial, progresando posteriormente hacia una rotura completa (8,9). La ecografía tiene una buena correlación con la artroscopia para la evaluación del manguito rotador (10). Por ello, se describen a continuación las lesiones mas frecuentes susceptibles de ser estudiadas mediante ecografía.

1. Tendón supraespinoso:

El manguito de los rotadores actúa manteniendo la cabeza humeral centrada sobre la glenoides constituyendo el primer estabilizador de la articulación gleno humeral.

En la tendinosis del supraespinoso, el sobreuso de los músculos del manguito rotador facilita la degeneración de sus tendones, produciendo dolor. Este dolor se incrementa durante los entrenamientos y se acompaña de debilidad muscular y sensación de rigidez articular, que empeoran con los movimientos, especialmente al levantar el brazo con el pulgar hacia abajo y al realizar ejercicios de lanzamiento.

A través de la ecografía, en este proceso, el tendón aparece hipoecogénico y se pierde el modelo fibrilar del tendón normal. Además se muestra con aspecto asimétrico y con un aumento del grosor que excede de los 2 mm en comparación con el tendón sano contralateral (Fig. 1). En algunos casos se aprecia con el Doppler una marcada hiperemia (11).

Figura 1

Fig. 1: En la imagen izquierda se aprecia el mayor grosor del tendón con signos degenerativos de tendinosis.

La tendinosis calcificante es una lesión que se relaciona con una degeneración de las fibras tendinosas sobre las cuales se depositaría el calcio, siendo el tendón supraespinoso el mas afectado (12). Generalmente se acompaña de intenso dolor que se irradia hacia la inserción del deltoides y se incrementa durante la noche. La ecografía demuestra la presencia de una imagen hiperecoica acompañada generalmente de sombra acústica posterior (Fig. 2). En ocasiones esta lesión se manifiesta en forma de pequeñas microcalcificaciones que ocupan todo el grosor tendinoso.

En el balonmano un momento especialmente delicado, es cuando el jugador arma el brazo antes de lanzar, en el que pueden producirse lesiones importantes a nivel del complejo del manguito de los rotadores y estructuras articulares, si otro jugador sujeta desde atrás o golpea desde delante el brazo “armado”.

En estos casos se puede producir la rotura del tendón del supraespinoso que es la más frecuente de todas las que afectan al manguito rotador y puede afectarse de forma parcial o completa. Habitualmente tiene su origen en un traumatismo o como consecuencia de un síndrome de atrapamiento crónico. Clínicamente se produce dolor que se incrementa con la actividad y se acompaña de una excesiva debilidad en ese brazo, que produce incapacidad para la elevación activa del mismo.

En general estas roturas pueden aparecer como una amplia discontinuidad del tendón con un espacio ocupado por líquido. Esta apariencia es más común en traumatismos agudos (13), a diferencia de las roturas crónicas que aparecen con una menor cantidad de líquido. Además, el signo ultrasónico más importante es la pérdida de convexidad de la cara superior del tendón de forma que, el músculo deltoides se invagina dentro de él (10).

Figura 2

Fig. 2: La imagen hiperecoica lineal corresponde a una calcificación compacta del supraespinoso

Figura 3

Fig. 3: La imagen hipoecoica corresponde a una rotura intrasustancia del tendón  supraespinoso (flechas)

La exploración ecográfica de las roturas de grosor parcial permite clasificarlas en superficiales, intrasustancia y profundas o articulares, presentándose en forma de focos mixtos o de zonas hipoecoicas (Fig. 3). Además estas imágenes se acompañan de irregularidades de la superficie ósea en la tuberosidad mayor.

Por lo general, la ecografía define con exactitud las roturas de grosor completo mientras que, en las roturas de grosor parcial no es tan precisa (10). Estas roturas parciales se localizan con mayor frecuencia en la cara articular que en la superficie bursal y aparecen como áreas focales de baja ecogenicidad, acompañada por elementos ecogénicos (14).

Cuando la rotura es completa, aparecen unos signos directos como la pérdida de la convexidad del pico de loro en cortes longitudinales, y pérdida de la convexidad en cortes transversales dando origen al signo de la rueda pinchada e invaginación del deltoides (Fig. 4). Además pueden aparecer signos indirectos como la presencia de líquido en la bursa subacromial o el signo de la interfase cartilaginosa

Figura 4

Fig. 4: La rotura completa del tendón supraespinoso provoca una imagen de adelgazamiento y la presencia de líquido

Figura 5

Fig. 5: La rotura masiva del tendón supraespinoso provoca la desaparición del mismo.

Finalmente cuando la rotura es masiva, se observa una ausencia total del manguito que provoca el contacto de la bursa subacromial entre la superficie de la cabeza humeral y el deltoides (Fig. 5).

2-. Tendón y músculo subescapular:

En el movimiento de abducción y rotación externa que coincide con el armado del brazo en balonmano, los rotadores internos subescapular, pectoral mayor y dorsal ancho actúan sinérgicamente a través de una contracción excéntrica, para proteger los elementos anteriores de la articulación. Los mecanismos de sobrecarga del músculo subescapular pueden producir en algunos casos la rotura aislada del músculo subescapular, especialmente en aquellos jugadores con antecedentes de luxación recidivante de hombro o de rotura masiva del manguito rotador. Esta lesión se asocia con movimientos traumáticos de rotación externa e hiperextensión (15). La rotura es fácilmente diagnosticada con ecografía por la presencia de líquido inflamatorio y en ocasiones, la disrupción del tendón supraespinoso se extiende afectando al borde superior del subescapular. Además estas roturas pueden afectar también al ligamento coraco humeral, que actúa como estabilizador del tendón del bíceps. En ese caso, la rotura de este ligamento puede provocar una subluxación de este tendón (16).

En general, ante una lesión tendinosa del subescapular, la exploración con ultrasonidos demuestra una modificación del grosor del tendón que presenta un aspecto hipoecoico con la inclusión ocasional de calcificaciones (Fig. 6).

Figura 6

Fig. 6: La línea ecogénica intratendinosa corresponde a una calcificación del tendón subescapular.

3. Lesiones del tendón de la porción larga del bíceps

El tendón de la porción larga del bíceps evita la traslación superior y anterior de la cabeza humeral en los movimientos de abducción y rotación externa. Para ello su porción intraarticular actúa frenando el desplazamiento superior de la cabeza humeral y el atrapamiento contra el acromion. Debido a su posición y a su función, este tendón puede sufrir procesos degenerativos (6). La tendinosis crónica puede conducir a una rotura longitudinal intrasustancia en el canal bicipital (17) y en otros casos el tendón del bíceps presenta un desgarro como consecuencia de un síndrome de atrapamiento (18).

Cuando la rotura de la porción larga del bíceps es completa se produce una retracción distal del vientre muscular que facilita el diagnóstico y el jugador percibe un chasquido característico en el momento de la rotura, acompañado de intenso dolor y de la formación de un área de equimosis. Por el contrario, cuando la rotura del tendón es parcial, el diagnóstico clínico es más difícil apareciendo un ligero dolor y una discreta hipersensibilidad sobre el surco bicipital. En otros casos, el cuadro de subluxación está relacionado con un proceso de degeneración o rotura de las estructuras que mantienen el tendón dentro del surco bicipital, que originan el desplazamiento del tendón del bíceps sobre el troquín, saliéndose de la corredera.

Cuando se realiza el estudio ecográfico de la tendinosis de la porción larga del bíceps, se observa un aumento de grosor y un aspecto heterogéneo respecto al contralateral. Sin embargo, en la tenosinovitis se visualiza el aumento del rodete hipoecogénico que rodea al tendón, debido a la presencia de líquido peritendinoso inflamatorio que distiende la vaina (Fig. 7). Si el tendón se rompe en la inserción proximal se observa una corredera bicipital vacía, con un aspecto anecoico que corresponde al hematoma secundario a la misma y si el tendón se rompe distalmente, se aprecia una zona hipoecoica en la unión miotendinosa que corresponde al hematoma secundario a la rotura.

Figura 7

Fig. 7: En esta imagen se observa la cabeza larga del bíceps (PLBB) dentro de la corredera aparece engrosada e hipoecogénica.

La subluxación medial generalmente se produce como resultado de la rotura del ligamento coracohumeral que es el principal estabilizador del tendón del bíceps. El ligamento humeral transverso que cubre la corredera bicipital es una extensión del ligamento coracohumeral y que contribuye enormemente a la estabilidad del tendón de bíceps. Si el tendón subscapular está intacto, el tendón de bíceps por lo general se visualiza en un plano superficial al tendón sobre el trocánter menor. Si el tendón subscapular está roto, el tendón entonces puede situarse en una posición más intermedia encontrándose a veces en posición adyacente al labio anterior de la glenoides (19).

El estudio ecográfico dinámico de la subluxación permite comprobar, que al efectuar una rotación externa del brazo, el tendón sale de la corredera en sentido medial. Finalmente en las luxaciones la corredera bicipital aparece vacía y el tendón se localiza medialmente.

 

4. Bursitis subacromio subdeltoidea

La bursa subacromial se lesiona con mas frecuencia en aquellos deportes como el balonmano donde se realizan movimientos forzados de lanzamiento, en los cuales la bursa puede quedar atrapada en el espacio subacromial. Clínicamente origina dolor súbito durante la fase de aceleración del lanzamiento, así como hipersensibilidad en el borde anterior y lateral del acromio. Se suele producir un arco doloroso de movimiento entre los 70º y los 120º de la abducción pasiva.

En pacientes con síntomas de lesión en el manguito rotador, la presencia de bursitis, se considera como un signo indirecto de rotura completa del manguito (20). Cuando se produce la rotura del manguito rotador, se establece una comunicación entre la articulación y la bolsa quedando ésta ocupada por el líquido articular, lo cual se demuestra ecográficamente con la aparición de una imagen con un grosor mayor de 2 mm, de predominio anecoico rodeada de una fina membrana ecogénica (Fig. 8). En otros casos, como resultado de un síndrome de atrapamiento, la bursa se rellena a través de un mecanismo de fricción contra el acromion, que provoca un engrosamiento de su pared y la secreción de líquido. En estos casos, la bursa toma un aspecto heteroecoico rodeada de una pared engrosada.

Figura 8

Fig. 8: La imagen lineal anecoica situada entre el músculo deltoides y el supraespinoso corresponde a una bursitis subacromial.

5. El síndrome de atrapamiento

Aparece cuando se produce la compresión de la bursa subacromial y de alguno de los tendones del manguito rotador contra los componentes del arco coraco-acromial, generalmente el extremo del acromion y el ligamento coraco-acromial. Esta lesión en ambiente deportivo se asocia a traumatismos, o bien a ejercicios de sobrecarga, que ocasionan procesos degenerativos dentro del manguito rotador.

En el síndrome de atrapamiento, puede ser evaluado dinámicamente colocando la sonda en eje longitudinal sobre el tendón supraespinoso, observando la disminución del rango de movimiento durante la maniobra de rotación externa y abducción (17,21).

A través de la ecografía se puede valorar este síndrome cuantificando el nivel de lesión en diferentes grados. En el grado 1 se observa un aumento del grosor de la bursa subacromio-subdeltoidea y un aumento de grosor de los tendones con una reducción de su ecogenicidad. En el grado 2, se aprecia un engrosamiento mayor de la bursa subacromio-subdeltoidea (Fig. 8) y una reducción fibrótica de los tendones. Finalmente, en el grado 3 se aprecian imágenes que corresponden a las roturas de grosor parcial o de grosor completo (Fig. 9).

Figura 9

Fig. 9: En este paciente el síndrome de atrapamiento estaba provocado por una rotura articular que se mostraba como una imagen hipoecoica y una irregularidad cortical (flecha).

6. Lesiones de la articulación escápulo-humeral

En esta articulación las lesiones pueden afectar al rodete glenoideo o a la cortical humeral. En el balonmano como consecuencia de un traumatismo directo o bien como resultado de procesos de sobrecarga asociados a procesos de inestabilidad articular, se puede producir la rotura del labrum y del ligamento glenohumeral inferior (lesión de Bankart). En estos casos la ecografía no es la prueba indicada para valorar esta lesión, ya que excepto en las roturas importantes del labrum, es muy difícil la valoración de éste.

Otro tipo de lesión es la fractura de Hill-Sachs que se produce por impacto afectándose la cortical humeral postero-superior estando asociada a cuadros clínicos de inestabilidad escápulo-humeral. El estudio ecográfico permite observar una imagen de depresión en la cortical humeral generalmente en forma de cuña o hundimiento (Fig. 10).

Figura 10

Fig. 10: Por debajo del tendón infraespinoso en la cabeza del húmero aparece una zona de hundimiento cortical que corresponde a la fractura de Hill Sach.

7. Lesiones de la articulación acromio-clavicular

Es una lesión frecuente en el balonmano que se produce cuando el jugador sufre un traumatismo directo o cuando una fuerza se transmite a lo largo del eje del húmero como resultado de una caída sobre el brazo, que origina un esguince acromio-clavicular. El dolor de la articulación acromio-clavicular es muy común y en general se relaciona con procesos de osteoartritis (22).

En el caso de una subluxación o luxación de esta articulación, aparece una imagen de distensión capsular pero con la pérdida de la correcta alineación de ambas apófisis óseas (Fig. 11). La ventaja de la ecografía es que permite el estudio dinámico de esta articulación, observándose el atrapamiento de las dos superficies articulares, cuando el paciente toca con su mano el hombro opuesto.

Figura 11

Fig. 11: La subluxación de la articulación acromio-clavicular, de la imagen izquierda origina la pérdida de alineación de los extremos óseos y el aumento del espacio articular.

ECOGRAFÍA DE LAS LESIONES DE CODO EN EL JUGADOR DE BALONMANO

Se deja en este apartado a un lado la patología traumática más frecuente que no puede ser valorada mediante ecografía como sucede con las fracturas de la cabeza radial y las luxaciones de codo provocadas por caídas sobre la mano con el codo en extensión.

Sin embargo en este deporte, el gesto del lanzamiento con movimientos forzados de prono-supinación y de flexo-extensión de muñeca, puede provocar tendinosis de inserción a nivel de codo que se van a traducir en epicondilitis medial y lateral.

1. Epicondilitis

Es un proceso degenerativo de la inserción de los tendones radiales (tendinosis), producida como consecuencia de una sobrecarga excéntrica en el grupo muscular de los extensores, que se produce por la supinación repetida del antebrazo y la dorsiflexión de la muñeca provocando la debilidad del tendón extensor común (23,24).

Cursa con un discreto dolor en el epicóndilo, que se manifiesta exclusivamente durante los movimientos de extensión de la muñeca. Más tarde dicho dolor se acentúa con la extensión de la muñeca contra resistencia y con el codo en leve flexión, así como con los movimientos de extensión completa del codo y de la muñeca.

El uso de la ecografía en el diagnóstico de la epicondilitis ha sido bien valorado, con un rango de sensibilidad del 65 al 95% y un rango de especificidad del 67 al 100% (23,24 25) demostrando la presencia de un tendón engrosado e hipoecoico, que toma un aspecto heterogéneo, ocupado a menudo por imágenes hiperecoicas, que corresponden a micro-calcificaciones. También suelen aparecer rupturas intratendinosas, que se muestran como líneas anecoicas de menor o mayor tamaño, generalmente asociadas a un borde óseo irregular a nivel del epicóndilo.

Aplicando el Power Color pueden aparecer en ocasiones imágenes de vasos neoformados en el seno de la inserción tendinosa La identificación de la neovascularización con el Power Doppler cuando se compara con los cambios en la escala de grises permite una mejor identificación (Fig. 12) (26).

2. Epitrocleitis

La epitrocleitis es un proceso degenerativo que afecta a la inserción de los músculos flexores a nivel del cóndilo medial producida como consecuencia de la aplicación de fuerzas de compresión lateral sobre el brazo (valgo forzado), durante la fase de aceleración del movimiento de lanzamiento. Este valgo forzado a menudo produce una elongación de los músculos flexores, afectándose especialmente el tendón del flexor común, el pronador redondo y el flexor radial del carpo.

Clínicamente se manifiesta, por la aparición de una zona de hipersensibilidad dolorosa o síntomas de compresión del nervio cubital (27). Este dolor se agrava con los movimientos de flexión y pronación resistida de la muñeca, así como con la maniobra de valgo forzado cuando el codo se sitúa en flexión de quince a veinte grados.

La ecografía demuestra la presencia de unos signos ecográficos, que son similares a los descritos en la epicondilitis. En general se observa una inserción tendinosa engrosada, de aspecto heterogéneo con pequeños infiltrados anecoicos, que separan las fibras tendinosas (Fig. 13).

Figura 12

Fig. 12: Aplicando el Doppler Potencia se aprecia un aumento de la vascularización en la inserción epicondílea de los extensores.

Figura 13

Fig. 13: La inserción de los flexores en el epicóndilo medial se observa con aspecto hipoecoico (flechas) en relación a la epitrocleitis.

 

3. Esguince del ligamento colateral medial

Este ligamento tiene tres bandas, la anterior, la posterior y la oblicua. La banda anterior se origina en la cara antero-inferior del epicóndilo medial y se inserta distalmente sobre la cara medial del proceso coronoides, siendo el que clínicamente mas se afecta, pues opone una mayor resistencia contra el movimiento de valgo forzado durante el lanzamiento.

Este proceso puede provocar la disrupción parcial a las fibras del ligamento y se manifiesta con dolor en la cara medial del codo, sin antecedente traumático reciente y relacionado con ejercicios reiterados de lanzamiento. Sin embargo, cuando se produce una rotura completa, como resultado de un traumatismo en valgo forzado, aparece intenso dolor, hipersensibilidad e inflamación en la cara interna de la articulación.

El examen ecográfico permite examinar la banda anterior del ligamento mientras que la banda posterior y oblicua no se visualizan. Cuando se produce la lesión, la banda anterior se encuentra engrosada y con un aspecto hipoecoico, en comparación con el ligamento contralateral, que aparece más delgado y normoecoico. En los casos de mayor gravedad, pueden observarse desinserciones e incluso la presencia de un hematoma hipoecogénico, que infiltra el plano cápsulo-ligamentoso.

En el balonmano como en otras actividades donde se producen microtraumas de repetición, el ligamento aparece engrosado, con focos hipoecoicos y calcificaciones intratendinosas (28). En los porteros de balonmano es muy frecuente que se produzcan movimientos de hiperextensión del codo al parar el balón, provocando lesiones del ligamento lateral interno.

LESIONES DE MUÑECA Y DE LA MANO EN EL JUGADOR DE BALONMANO. EXAMEN ECOGRAFICO

En balonmano las caídas frecuentes sobre la mano pueden provocar la fractura del extremo distal del radio, fractura de Colles, o provocar lesiones en los huesos del carpo, en especial del escafoides. Este último, por su especial vascularización, presenta en determinados tipos de fracturas, sobre todo las que afectan a su polo más proximal, un déficit de consolidación requiriendo técnicas quirúrgicas para su fijación.

La exploración ecográfica de esta lesión demuestra el hundimiento de la cortical escafoidea y la aparición de una zona hiperémica que rodea el área de lesión cortical. La eco-palpación suele ser muy positiva y facilita el diagnóstico ultrasónico.

Las tenosinovitis de muñeca y las distensiones de cápsula y ligamentos carpianos son muy frecuentes. De todas ellas, la lesión mas frecuente es la tenosinovitis que se relaciona con los ejercicios repetidos de flexión y extensión de la muñeca y de la mano, aunque otros mecanismos traumáticos de repetición pueden ocasionar lesiones similares. El examen ultrasónico permite observar la distensión de la vaina sinovial respecto al tendón, y la ocupación de dicho espacio por la presencia de un líquido sinovial anecoico que lo rellena (Fig. 14).

Figura 14

Fig. 14: La imagen demuestra una zona anecoica que rodea al tendón compatible con tenosinovitis del extensor cubital del carpo (ECC) con probable rotura longitudinal.

Por otra parte, dada la complejidad anatómica y funcional del carpo, se comprende que las lesiones ligamentosas a este nivel son de difícil diagnóstico y manejo, pasando algunas veces desapercibidas, ya que no siempre son lesiones tan evidentes como las luxaciones o las fracturas.

Las lesiones que se producen por el mecanismo de flexión dorsal forzada se concentran alrededor del semilunar, dando origen a la inestabilidad escafolunar por ruptura del ligamento que une estas dos estructuras.

Ecográficamente en la rotura del ligamento escafosemilunar se puede determinar el grado de disrupción de las fibras del ligamento que une ambos huesos así como la desviación cubital o radial de la muñeca que provocar dicha rotura (29). Además, se forma un área de edema hipoecoico en la zona que rodea este ligamento (Fig. 15).

Posiblemente sean los dedos de la mano la zona más frecuentemente lesionada en la práctica de balonmano. Las artritis y esguinces de las articulaciones interfalángicas y metacarpofalángicas son comunes por golpes con el balón o con otros jugadores, produciéndose en muchas casos luxaciones interfalángicas de los dedos.

Las fracturas de falanges y metacarpianos se ocasionan, la mayor parte de ocasiones, por mecanismos de torsión de los dedos al engancharse con la camiseta del oponente.

 

Figura 15

Fig. 15: En el espacio articular donde se ubica el ligamento escafo-semilunar, aparece una zona hipoecogénica (flechas), como consecuencia de la rotura del citado ligamento.

ECOGRAFÍA INTERVENCIONISTA DE LAS LESIONES DEL MIEMBRO SUPERIOR  

La ecografía músculo esquelética intervencionista es la aplicación terapéutica de esta técnica de imagen cuyas indicaciones son múltiples, aunque las más frecuentes permiten guiar la colocación de una aguja para la infiltración de un fármaco o para la aspiración de una colección líquida.

Para una mayor precisión, la ecografía intervencionista debe preceder y guiar a la terapia con inyecciones locales cada vez que sea posible desde el punto de vista práctico, así como para la evacuación de aquellas colecciones líquidas situadas en profundidad o cuando el proceso inflamatorio se encuentre localizado en la proximidad de estructuras anatómicas que podrían ser dañadas.

Las indicaciones más frecuentes en el tratamiento de las lesiones tendinosas son las peritendinosis, el lavado percutáneo de calcificaciones, la punción aspiración de bolsas sinoviales peritendíneas, y la esclerosis vascular peritendinosa. El abordaje de las entesopatías a menudo permite la realización de tenotomías como sucede en el tratamiento de la tendinosis de inserción de los extensores en la epicondilalgia (30).

Se puede concluir que la ultrasonografía permite reducir los efectos adversos derivados de una técnica intervencionista ciega, pudiéndose llevar a cabo con gran precisión la aplicación de los diferentes tipos de tratamiento sobre el área lesional.

 

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