Índice de masa corporal y hábitos alimentarios I

Susana Mendizábal Albizu, Silvia Labrado Sánchez, Natalia Rioja Collado, Fernando Jiménez Díaz, Jacobo Á. Rubio Arias, Fernando Martínez Sánchez, Paula Esteban García, Domingo Ramos Campo

Facultad de Ciencias del Deporte de Toledo
Universidad de Castilla-La Mancha
Grupo de Investigación DEPORSALUD
Año Publicación: 2008

Índice de masa corporal y hábitos alimentarios I

¿Qué esta pasando con nuestros jóvenes en relación a su forma de vida actual que les está provocando sobrepeso, obesidad, sedentarismo, inactividad? ¿Qué está ocurriendo con sus hábitos alimentarios? ¿A qué dedican su tiempo de ocio? ¿Y su tiempo libre fuera del horario escolar? ¿Qué les está llevando a una falta de actividad física alarmante?

¿Sabemos si hacen actividad física y practican deportes? ¿Qué tipo? ¿Qué cantidad y a qué intensidad? ¿Es suficiente? ¿Hay diferencias entre los chicos y las chicas?

Todas estas preguntas necesitan respuestas. Y respuestas que deben ir acompañadas de soluciones, de medidas, de intervenciones. Y no de forma aislada o individual. En un tema tan serio y preocupante como es la salud de nuestros jóvenes, que son nuestro futuro, en la que la necesidad urgente de establecer hábitos de vida saludables ya no se puede ir solo, o cada uno por su lado. Hay que aunar esfuerzos, propuestas, y atacarlo desde todos los flancos. Instituciones, familias y entorno escolar deben ir de la mano. Lo sabemos desde hace tiempo. La Organización Mundial de la Salud lo lleva diciendo desde hace años.

Hay que intervenir. Tenemos que actuar. Y, afortunadamente, se están tomando medidas, pero falta mucho por hacer. Hoy por hoy siguen mandando en nuestros jóvenes y adolescentes los ordenadores, las videoconsolas, la televisión, la comida rápida, la ingesta de grasas.
Ya hay evidencias científicas. Lo que parece estar claro es que una alimentación adecuada y, sobre todo, una actividad física de suficiente intensidad es lo que previene el sobrepeso, la obesidad y los factores de riesgo metabólicos y cardiovasculares. Pero hay algo más, sólo el deporte extraescolar previene la obesidad infantil y sus riesgos de salud según han demostrado Villa et al. (2010). Dicen estos autores que simplemente con incrementar en escolares la frecuencia e intensidad de las clases de educación física se podrían mejorar los indicadores de riesgo, lo que parece ser la mejor estrategia para prevenir o tratar la obesidad infantil y los problemas asociados.
Entonces, ¿por qué no buscar alternativas extraescolares atractivas que les enganchen a la actividad física, que les cree adherencia? ¿Sabemos lo que les gusta? ¿Sabemos qué tipos de deportes prefieren?
Hay que crear hábitos de vida saludables para evitar que la juventud de hoy sean adultos obesos. Obesidad en los adultos que llega por no alcanzar un balance energético negativo al reducir el tiempo dedicado a caminar y a actividades que obligan a estar de pie (Levine et al., 2008).

Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad actual es el constante crecimiento de la obesidad en la población infantil y adolescente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) enmarca la práctica de hábitos inadecuados de actividad física y de alimentación dentro de los diez factores de riesgo que identifica claves para el desarrollo de enfermedades crónicas, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, estimando que la inactividad física es la causa del 1,9 millones de fallecimientos a nivel mundial.

Además, considera que el sedentarismo, 7º representante de los factores de riesgo para la salud en todo el mundo, es un estilo de vida que favorece aspectos patológicos hacia la obesidad. Esta enfermedad es, hoy en día, un importante problema de salud que puede desencadenar en enfermedades crónicas tales como problemas cardiovasculares, derrames cerebrales, hipertensión, diabetes de tipo 2, cáncer, trastornos musculoesqueléticos, el síndrome metabólico e, incluso, enfermedades mentales.

En España, la inactividad está relacionada con el 7% del total de los fallecimientos (Ministerio de Sanidad y Política Social, 2007) y se asocia con factores de índice de masa corporal y composición corporal elevados (Cabrera et al., 2007). Lobstein y Frelut (2003) realizaron un estudio a nivel europeo en el que España resultó estar entre los cuatro países más sedentarios de la comunidad europea. En consonancia, el estudio ENKID (Serra Majem, 2003) destacó la prevalencia de los trastornos de obesidad en nuestro país en comparación con el resto de países europeos, siendo Castilla-La Mancha la segunda comunidad con mayores índices de sobrepeso y obesidad, en cuanto a diferencias geográficas se refiere. Según el estudio ENKID el 26,3% de la población comprendida entre los 2 y 24 años de edad sufre problemas de obesidad, siendo mayor la presencia en varones (15%) que en mujeres (12%). El problema de la obesidad en la infancia y la adolescencia constituye un alto factor de riesgo para la salud de la sociedad, representando ser un potente predictor de enfermedades en la vida adulta (Freedman et al., 2001). Este es uno de los principales motivos por el que es importante destacar todo aquello que intente frenar, de alguna manera, una de las pandemias del siglo XXI.

La población adolescente está sufriendo los cambios demográficos y culturales que están teniendo lugar en la sociedad del siglo XXI. Dichos cambios influyen en la actitud del individuo hacia la reducción de la práctica de actividad física de forma progresiva a medida que avanza en edad. El porcentaje de población considerada activa en edad escolar (6-18 años) es de un 55%, siendo las edades comprendidas entre los 13 y 18 años cuando la disminución es más significativa y, sobre todo, entre la población femenina, ya que las chicas se encuentran un 20% por debajo de los chicos en cuanto a hábito de práctica se refiere (Hernández, 2009).

Un estudio iniciado en el año 2004 por un grupo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, Facultad de Ciencias del Deporte (Mendizábal et al., 2004), constata que el grado de percepción y valoración corporal que tienen los escolares de ESO de Toledo disminuye conforme avanzan en edad y curso escolar, y presenta diferencias significativas en función del sexo, ya que las chicas, en comparación con los chicos, presentan menores puntuaciones, tanto en la valoración que realizan de sus diferentes partes corporales como en los referidos a sus cualidades físicas (Labrado et al., 2006). En general, la mujer manifiesta estar mucho más preocupada por su imagen corporal que el hombre (Pomin et al., 2008).

El informe sobre la salud en el mundo 2007 de la OMS muestra los riesgos crecientes que corre la humanidad y ayuda a los países a colaborar para poder identificarlos y actuar para detenerlos y controlarlos, empujando a las organizaciones e instituciones a nivel mundial a tomar cartas en el asunto elaborando planes de acción hacia la promoción de hábitos adecuados.

Existen estudios (Schultz y Maffeis, 2002; Martínez Vizcaíno et al., 2006; Jiménez, 2009) que nos indican que el elevado sobrepeso en escolares españoles, que actualmente cifra un 34% de niños-as con sobrepeso, podría estar más relacionado con la adopción de hábitos sedentarios que con un aumento desproporcionado en el aporte energético.

A pesar de esto, actualmente la mayoría de los programas preventivos para reducir los niveles de obesidad y sedentarismo en población adolescente relacionan los hábitos saludables de actividad física con hábitos nutricionales adecuados para un desarrollo óptimo de la salud y recomiendan realizar una actividad física diaria en torno a los 60 minutos de duración, con contenido de trabajo aeróbico y, al menos 3 días a la semana, incluir actividades vigorosas, y otros 3 días, actividades de fuerza (Jiménez, 2009).

Entre otros se encuentran: “La estrategia NAOS” (Nutrición, actividad física y prevención de la obesidad”), que pretende invertir la tendencia a la obesidad, pero que sólo recomienda impulsar la práctica regular de actividad física; “El programa PERSEO” (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2005 y 2009); “El programa MOVI” (Martínez, 2008); “El estudio PAFiC” (Fernández et al., 2008); “Plan integral para la Actividad Física y el Deporte 2010-2020” (Consejo Superior del Deportes, 2009), etc.

Concretamente, del estudio Sobre los estereotipos de género vinculados con la actividad física y el deporte en los centros docentes de Educación Primaria y Secundaria: evolución y vigencia. Diseño de un Programa integral de acción educativa, (financiado por el Instituto de la Mujer del Ministerio de Igualdad) resultó la publicación de la GUÍA PAFiC (Promoción de la Actividad Física en las chicas), que surge como una propuesta para la intervención educativa en el centro escolar, que trata de dar respuesta a esta problemática. Se presenta como una herramienta práctica para que el profesorado de Educación Física pueda promover, en su centro escolar y desde diferentes ámbitos de educación, la igualdad de oportunidades entre chicas y chicos, y la transmisión de valores y actitudes igualitarias en la Educación Física escolar y la actividad físico-deportiva. En dicho estudio se confirma que las chicas hacen menos deporte que los chicos. Que las chicas hacen más patinaje, aeróbic, bicicleta, natación o voleibol, entre otras actividades, mientras que los chicos prefieren los deportes de combate, el fútbol o el rugby. Si bien ambos sexos deben incrementar su actividad física, son las alumnas de 1º y 2º de la ESO las que se encuentran en mayor situación de riesgo. La edición de la GUÍA PAFiC, editada ya oficialmente en febrero de 2010 por el Consejo Superior de Deportes, forma parte del conjunto de medidas para la promoción de la Actividad Física entre las mujeres que esta Institución está estableciendo en la actualidad.

Entonces, ¿por qué es necesario implementar este tipo de actuaciones? Porque si bien el interés por la Educación Física es bueno, el de las chicas siempre es menor. Y este interés desciende progresivamente según los niveles educativos, siendo el cambio más acusado entre la Educación Primaria y el primer ciclo de la ESO. Porque la cantidad de actividad física que hacen las chicas es siempre menor a la de los chicos en todos los niveles educativos. Además, su intensidad es más baja, ya que hacen más actividad física de intensidad “ligera” que ellos y menos actividad de intensidad “moderada” o “vigorosa”, produciéndose un descenso importante en la adolescencia. Este estudio concluye que, en cualquier caso, el registro de actividad física realizado confirma que un 18% de las chicas estudiadas, frente a un 29% de los chicos, cumple alguna de las recomendaciones actualmente existentes sobre la práctica de actividad aconsejada en estas edades, hecho que resulta preocupante si se contempla desde la perspectiva de su salud y bienestar personal. Esta investigación se ha llevado a cabo con 3.103 chicos y chicas y 104 profesores y profesoras, pertenecientes a 50 centros escolares de las Comunidades Autónomas de Castilla-La Mancha y Madrid.

Nos encontramos, por tanto, con la necesidad de estudiar en profundidad el estado presente de los adolescentes en relación a la práctica de actividad física y los estilos de vida saludables. Como punto de partida para llevarlo a cabo, es muy importante la interpretación y relación de resultados para establecer conclusiones sobre el estado actual de salud del individuo y los hábitos de práctica activa y saludable que lleva a cabo en su vida cotidiana.

El proyecto de investigación PASaBI Desarrollo de modelos formativos para la aplicación de un programa de promoción de la actividad física, la salud y el bienestar en la adolescencia (MEC I+D+i, Acción Estratégica del Deporte DEP2006-56121-c04-02/ACTI) tiene como objetivo, en su primera fase y a través de un análisis descriptivo, conocer en la población adolescente de Castilla-La Mancha el estado y la actitud hacia la actividad física, disfrute y bienestar con la actividad física, hábitos nutricionales, percepción del estado general de salud, índice de masa corporal y composición corporal, y su relación con el sedentarismo y la obesidad.

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