Estudio sobre el índice de rigidez óseo y la actividad física en mujeres
Efecto de dos programas de actividad física en el medio acuático con diferente impacto, sobre el índice de rigidez óseo y el nivel de actividad física en mujeres postmenopáusicas y osteopénicas de Toledo.
Germán Díaz Ureña1 | María Carrasco Poyatos2 | Andrés Barriga Martín3 | Fernando Jiménez Díaz3 | Fernando Navarro Valdivielso3
1 Universidad Europea de Madrid 2 Universidad de Murcia 3 Universidad de Castilla la Mancha
Año publicación: 2010
Introducción
La osteoporosis es la enfermedad crónica más prevalente en el mundo, especialmente en mujeres mayores de 65 años (Valdivia y Szot, 1999). En España, afecta a un 35% de las mujeres mayores de 50 años, ascendiendo a un 52% en las mujeres mayores de 70 años (Cannata et al., 2005).
El principal problema de la osteoporosis es el aumento en el riesgo de fractura. En 1990, el número de fracturas por osteoporosis estimadas en Europa fue de 2,7 millones, que suponen un coste aproximado de 36 billones de euros, de las cuales dos terceras partes son fracturas de cadera (Kanis y Johnell, 2005). La Comisión Europea ha pronosticado un aumento del 135 % de las fracturas de cadera en los próximos 50 años, con su aumento económico consecuente. En la actualidad se considera que un estilo de vida activo disminuye el riesgo de fracturas y por tanto actúa como un eficaz mecanismo preventivo (Astrom et al., 1987; Cooper et al., 1988; Coupland et al., 1999; Feskanich et al., 2002; Khan et al., 2000; Rutherford, 1999; Wickham et al., 1989). Para un aumento de la fortaleza del hueso, y por consiguiente reducción del riesgo de fractura, se pretende mejorar tanto la cantidad de hueso, medido como densidad mineral ósea (DMO), como la calidad, medida como el índice de rigidez óseo (SI).
El ejercicio recomendado para la mejora de la DMO es fundamentalmente un ejercicio de impacto, consistente en la aplicación de ejercicios de naturaleza pliométrica, como saltos, carrera, etc. (Asikainen et al., 2004; Bonaiuti et al., 2006; Drinkwater et al., 1995; Rutherford, 1999). Sin embargo, no solamente el trabajo de impacto mejora la DMO, el trabajo de fuerza sin impacto también ha sido un trabajo utilizado para la mejora de la DMO (Drinkwater et al., 1986; Hamdy et al., 1994; Lewis y Modlesky, 1998; Pocock et al., 1989). Existe diversidad en los resultados hallados en relación a la natación y la DMO. Hay una serie de estudios que indican que la natación puede ayudar a mejorar tanto la DMO como el SI con respecto al grupo que no entrena (Tsukahara; et al., 1994; Yurtkuran, 2005), mientras que otros indican lo contrario, que la natación no mejora la DMO con respecto al grupo que no realiza entrenamiento (Fehling et al., 1995; Heinrich et al., 1990; Harush y Rotstein, 2005).
La inactividad física se presenta como uno de los factores de riesgo más importantes a la hora de prevenir la aparición de la osteoporosis (Bloomfield, 2005), de ahí que sea necesario realizar al menos 30 minutos de actividad física moderada o intensa 5 días a la semana (Haskell et al., 2007).
Debido al tiempo necesario para encontrar cambios en la DMO, el objetivo de este artículo es evaluar el efecto de un programa de natación en piscina profunda y otro en piscina poco profunda sobre la mejora del SI en mujeres osteopénicas y postmenopáusicas. Además se pretende comprobar si alguno de estos programas de actividades acuáticas modifica los hábitos de actividad física en la vida cotidiana en mujeres osteopénicas y postmenopáusicas.